26 abr 2011

Orgullo y Prejuicio (2005)

Aunque se hayan hecho numerosas versiones para televisión (en 1938, 1952, 1967, 1980 y 1995) de la clásica novela Orgullo y prejuicio de Jane Austen, sólo existía un largometraje realizado en 1940, dirigido por Robert Z. Leonard, protagonizado por Laurence Olivier y Greer Garson. Orgullo y prejuicio regresa triunfante a la gran pantalla de la mano de Joe Wright.




Título Original: Pride & Prejudice
Origen: Gran Bretaña / USA
Director: Joe Wright

Reseña:

Por Beatriz Martínez


Es inevitable, todos los años llega a nuestras carteleras una película de época ambientada en la campiña o en la elitista sociedad inglesa del siglo XVIII. Todas se caracterizan por rodearse de un envoltorio de qualité, es decir, tienen una cuidada y exquisita ambientación, una preciosista fotografía, un diseño de producción impecable, cuentan con un elenco de actores excelente capaces de salvar cualquier función por muy desastrosa que sea, y lo más importante, suelen ser adaptaciones de autores de prestigio.



Las coordenadas de este tipo de films se encuentran pues codificadas de una manera bastante imperturbable, de forma que cada uno de los autores que se han acercado al género las han repetido casi milimétricamente, sin salirse de los esquemas que marca la tradición, a pesar de que en algunos casos quede más o menos patente la marca o el sello de la mano que le ha dado forma. Quizá fue James Ivory quien asentó las bases del drama romántico de época a principios de los noventa, sin embargo, su estilo demasiado academicista lo fue alejando definitivamente del gusto de las nuevas generaciones. Y es que los tiempos también cambian, incluso en un género tan aparentemente anclado en el pasado como es éste, pues carecería de sentido, por resultar totalmente desfasado, realizar un film que basase su razón de ser en la pomposidad, la exuberancia de los decorados, vestuarios pseudoviscontianos y los diálogos relamidos y artificiales.



Así lo ha entendido perfectamente Joe Wright en su debut en la dirección con este Orgullo y prejuicio que nos ocupa, un film que no debe pasar desapercibido porque esconde en su interior las suficientes virtudes como para convertirlo en una más que agradable sorpresa.



Basado en un clásico de la literatura escrito por Jane Austen, la cinta responde a la tradición de la reconstrucción referencial del cine de época contemporáneo, aunque sin caer en la tentación de redundar en el estilo descriptivista y el detallismo decorativista. Su verdadero motor propulsor son sin duda los personajes, sus actitudes, sus motivaciones, el descubrimiento de sus anhelos más internos. Por eso, la puesta en escena siempre se encuentra en función de captar sus movimientos, tanto los externos como los que brotan de sus más profundas emociones. Un ejemplo lo encontramos en la apertura del film, un plano secuencia que nos conduce por los quehaceres cotidianos de la protagonista, Elizabeth (Keira Knightley) a través de los pasillos de su casa, de forma que sirve para situar al espectador en el contexto principal donde se desarrollará la acción (el ambiente relajado de una familia numerosa de clase media con cinco hijas casaderas), y para presentar el carácter inquieto y decidido de nuestra heroína.



La agilidad, la frescura y la inmediatez con que se despliegan las imágenes en seguida nos introducen en el tejido narrativo, expuesto con desenvoltura y afinación desde el plano de la ironía y de la crítica más afilada. Así, al mismo tiempo que nos adentramos en las intrigas sentimentales de cada una de las hermanas, cuyo eje constitutivo se articula alrededor de la relación que se va trabando entre Elizabeth Bennet y Fritzwilliam Darcy (Matthew Macfadyen), un hosco aristócrata poseedor de una gran fortuna, también se nos ofrece un minucioso retrato social a través de las tensiones que se crean entre los distintos estamentos económicos que conformaban la pirámide de poder de la época. El inevitable choque entre estos dos mundos o realidades distintas, se erige como el foco que irradiará su calor a todas y cada una de las acciones que se produzcan en el film, condicionando determinantemente la actitud y los sentimientos de los personajes.



Así, la señora Bennet (espléndida Brenda Blethyn), se moverá permanentemente por el interés, por intentar conseguir para sus hijas el matrimonio más ventajoso posible. Por su mezquindad y ridiculez, es el personaje más grotesco de la función, haciendo méritos con el pastor Collins, el rimbombante primo de la familia que simboliza el arribismo por encima de la dignidad.



En general, son los personajes que no se conforman con el rol social que les ha sido asignado los blancos más certeros en cuanto a la exposición de la burla que subyace en el original literario, aunque las censuras más severas se reservan para los miembros de la clase alta, cuya soberbia y altanería no les permiten vincularse a aquellas personas que consideran de una condición más humilde. De esta forma, los chismorreos, las maledicencias y habladurías se convertirán en fuente de conflictos, de malentendidos que causarán las idas y venidas de los personajes en su búsqueda hacia la felicidad.



Elizabeth Bennet se erige así como un personaje femenino simbólico, pues representa la necesidad de libertad que anhelaba la mujer en una sociedad represiva y eminentemente machista. Ella lucha por determinar su futuro sin atenerse a los planes tejidos por las oscuras maquinaciones de aquéllos que la rodean, reivindicando su derecho a ser la dueña de las propias riendas de su vida. Su decisión y valentía a la hora de desafiar las convenciones serán algunos de los rasgos más significativos que acerquen su personalidad a la sensibilidad contemporánea, convirtiéndose a su vez en un personaje muy humano, capaz de equivocarse, de aprender y de rectificar los juicios erróneos por los que se había dejado llevar a través de las siempre poco fiables apariencias.



En realidad muchos son los valores intemporales que acercan al lector con el original de Jane Austen, pero el verdadero logro de este Orgullo y prejuicio dirigido por Joe Wright consiste en haber sabido extraer la esencia consustancial del texto para intentar aproximarla a la sensibilidad estética actual. Ni demasiado moderna ni demasiado clásica, así se encuentra, en su punto justo de maduración esta película sin intenciones grandilocuentes, que se bebe a cada minuto porque está dotada de un ritmo vivo y ágil, que se disfruta desde el plano técnico porque cuenta con algún que otro alarde virtuoso en la planificación secuencial (atención al segmento del baile, en el que la cámara nos acerca simultáneamente a cada uno de los personajes en escena sin cambiar de plano), y que cuenta con unas solventes interpretaciones, desde la actriz principal, Keira Knightley, hasta el más minúsculo secundario, sin olvidarnos de los siempre eminentes Donald Sutherland y Judi Dench, dos expertos en apuntar un toque de distinción en toda película en la que hacen acto de presencia.



Sinopsis: Esta clásica historia de amor y malentendidos tiene lugar en la clasista Inglaterra de finales del siglo XVIII. Las cinco hermanas Bennet, Elizabeth o Lizzy (Keira Knightley), Jane (Rosamund Pike), Lydia (Jena Malone), Mary (Talulah Riley) y Kitty (Carey Mulligan), han sido criadas por una madre (Brenda Blethyn) cuya única fijación es encontrarles marido.

Pero Elizabeth, inteligente y con carácter, desea una vida con perspectivas más abiertas, un anhelo respaldado por su padre (Donald Sutherland).



Cuando el rico y soltero Sr. Bingley (Simon Woods) se instala en una mansión vecina, las hermanas Bennet no pueden creer su suerte. Entre los numerosos y sofisticados amigos londinenses que vienen a visitarle y la llegada de varios jóvenes oficiales, habrá pretendientes de sobra.

Jane, la hermana mayor, de gran belleza serena, parece haber conquistado el corazón del Sr. Bingley. Lizzy conoce al apuesto y aparentemente orgulloso Sr. Darcy (Matthew Macfadyen) y se desata la tormenta.



Se ven a menudo y casi siempre acaban discutiendo. Pero Lizzy está menos dispuesta que nunca a aceptar al Sr. Collins (Tom Hollander), un primo lejano que ha pedido su mano.

Apoyada por su padre, asombra a su madre y al Sr. Collins rechazándole. Cuando el Sr. Bingley se marcha a Londres sin avisar, rompiendo el corazón de Jane, Lizzy culpa al Sr. Darcy. Pero una inesperada crisis con Lydia, la hermana pequeña, permite a Lizzy darse cuenta de la verdadera naturaleza de su relación con el Sr. Darcy.

Las hermanas Bennet y todos los que las rodean, después de este torrente de sorpresas y emociones que no ha dejado a nadie indiferente, comprenden lo que realmente cuenta en esta vida.



Trailer:

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Conozca más sobre la película en:

http://www.cinencuentro.com/2006/02/26/orgullo-y-prejuicio-2005/
http://prideandprejudice05.blogspot.com/
http://rincondejaneausten.blogspot.com/
http://www.fotogramas.es/Peliculas/Orgullo-y-prejuicio-2005/Critica/%28offset%29/5

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